dimarts, 8 de gener del 2013

Xenoglosofobia. Eliseu Santandreu en Expansión el 7-1.


En la Unión Europea existen 23 idiomas oficiales entre los cuales figura el castellano. Cualquier representante español puede dirigirse en los foros que intervenga en su propio idioma y, seguir la traducción de los discursos de sus colegas con el uso del pingadillo. Pero esa facilidad no debe excluir que los dirigentes españoles que deben desenvolverse por esos foros deban relacionarse directa y personalmente con sus homólogos no entiendan ni hablen el idioma inglés, idioma más universalmente utilizado.

España entró a formar parte hace 26 años en el entonces Mercado Común, por lo que todo alto responsable político ha tenido tiempo sobrado para aprender inglés. Sin embargo, ningún Presidente español desde la Democracia, ha hablado directamente con sus colegas en inglés. Es más ninguno de ellos, con la excepción de Aznar, -con su limitado spanglish -  han podido dirigirse en los foros en inglés ó cambiar impresiones con sus homónimos en ese idioma. Ese aspecto contrasta con la realidad cotidiana, donde en cualquier currículo, el dominio del idioma inglés es indispensable para aspirar a cualquier empleo de cierto nivel.

Resulta chocante y triste la escena a la que estamos acostumbrados a ver al Presidente del Gobierno español sentado frente a cualquier colega europeo, con un traductor entre ellos. Más sorprendente y denigrante la escena del paseo relajado entre ambos -supuestamente secreta para que nadie se entere de la conversación- por los jardines de la estancia del anfitrión, con el traductor tras ellos.  

Históricamente ha existido un sentimiento carpetovetónico de soberbia cuando se trata de defender unos principios basados en que corresponde a  los demás la obligación de hablar y entender el idioma castellano. Dos breves ejemplos lo pone de evidencia: El primero hace referencia a una corrida de toros en el sur de Francia, en la que, al ser preguntado el torero “El Guerra” con un: ¿Qué tal maestro? La respuesta de éste fue:”Pué ya ve usté, aquí, ¡rodeado de extranjeros!”  El segundo, la secuencia de la película española: 1 franco 14 pesetas, en la que al ser preguntada la protagonista, una emigrante española recién llegada a una localidad suiza de habla alemana, comentaba muy apenada “lástima de que no nos entiendan cuando les hablamos en español”

Los altos dirigentes españoles y, sobre todo los Presidentes, deberían dominar idiomas, ni que solo fuera como expresión de cultura, en lugar de ser pasto de la xenoglosofobia que consiste en un persistente, anormal, injustificado miedo o simple animadversión a las lenguas extranjeras.