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Sirva el prolegómeno para
poner de manifiesto la enorme dificultad que supone a los jóvenes menores de 25
años el acceso a un puesto de trabajo, con independencia de la categoría
laboral, calidad del contrato y condiciones económicas. Esa amarga realidad contrasta con la euforia del Gobierno y las
soflamas triunfalistas a las que nos someten a diario los gobernantes. España ostenta el deshonor de ser el país de la
UE con la mayor tasa de paro juvenil, incluso adelantando a Grecia que hasta
ahora era el furgón de cola.