La multinacional sueca
IKEA convocó recientemente la selección de 400 puestos de trabajo para su centro
en Alfafar (Valencia) Para cubrir
esa demanda se presentaron más de ¡¡100.000 personas!! La proporción entre demanda y oferta fue
de 250 candidatos por puesto de trabajo, a partes iguales entre mujeres y
hombres, la gran mayoría jóvenes.
Sirva el prolegómeno para
poner de manifiesto la enorme dificultad que supone a los jóvenes menores de 25
años el acceso a un puesto de trabajo, con independencia de la categoría
laboral, calidad del contrato y condiciones económicas. Esa amarga realidad contrasta con la euforia del Gobierno y las
soflamas triunfalistas a las que nos someten a diario los gobernantes. España ostenta el deshonor de ser el país de la
UE con la mayor tasa de paro juvenil, incluso adelantando a Grecia que hasta
ahora era el furgón de cola.
El Gobierno español recibirá
en breve 1.887 millones de euros
de los 6.000 millones de euros que Bruselas se ha comprometido a dedicar
durante los años 2014 y 2015 a los países de la UE para la dinamización del
empleo juvenil en el área de su influencia, por lo que será el país que más
recibirá con respecto al resto de miembros.
Un curioso pero no sorprendente “aviso a navegantes” de Bruselas es
que los fondos comprometidos se desembolsarán a medida en que se vayan presentando facturas.
No es de extrañar esa condición si nos atenemos a los escándalos registrados en
los últimos años por el uso de fondos públicos para la obtención del beneficio
personal por quienes tenían la obligación de administrarlos.
La tasa de
paro en España asciende a un 26,8%, la más alta de la UE, pero siendo
preocupante lo es más que el 57,7% corresponde a la tasa de desempleo de
menores de 25 años, es decir, seis de cada diez jóvenes de esa edad no
trabajan.
Con los
recursos que se recibirán, los responsables autóctonos en dar una solución a
ese negro panorama ya tienen una excusa para demostrar que hacen algo,
dejándolo al albur de los fondos europeos y así, sacudiéndose la
responsabilidad que realmente les corresponde. Además se debe tener en cuenta que
esos recursos se verán mermados por una abultada estructura de costes de
gestión y administración de los mismos que, como ya es costumbre supondrán una
importante mordida en detrimento de su destino.
Una vez más a
este problema que supone el primero en preocupación de la sociedad se le está
dando un tratamiento cortoplacista. Los actuales políticos trasladarán al
problema a quienes les sigan acusándose mutuamente de los errores de los unos y
los otros por acción u omisión. Mientras, los jóvenes ni perciben dinero por
trabajar ni cotizan para tener una jubilación cuando les corresponda por edad, añadiendo
un daño colateral por el hecho de no aportar al actual sistema de jubilación,
todo ello agravado por el gran número de jóvenes, que son los mejor preparados
y que han tenido que optar por el ostracismo.
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