divendres, 4 de novembre del 2011

Los bancos malos (per Eliseu Santandreu publicat al Diari Sabadell)


Un «banco malo» consiste en la creación de una entidad financiera, con el específico propósito de que asuma los activos dañados o tóxicos que figuran en un balance por un valor muy inferior al real de mercado- de otra entidad, casi siempre una matriz o sociedad vinculada, para que ésta, que es la que realmente se quiere sanear, pueda seguir operando con solvencia ya que se le extraído el lastre. 


También el Banco Central puede crear un banco malo, acumulando los activos tóxicos del sector bancario y hacerse cargo del mismo. En el caso español sería el Banco de España.


En la crisis de los años ochenta, EEUU, Suecia, Noruega y Finlandia ya utilizaron esa fórmula para salvar a su banca por lo que esta modalidad no es ninguna novedad ni obedece a la presente crisis.


El origen principal de la actual crisis que se inició en el año 2007, se originó principalmente a) por las conocidas hipotecas basura;  b) la emisión de deuda bendecida con empresas de calificación que les otorgaban la triple AAA y luego resultaron un absoluto fracaso ; c)  la burbuja inmobiliaria que se cebó más en España y desembocó en la devaluación de activos tanto de promotores, como de hipotecas fallidas y,  d) la devaluación de la deuda soberana adquirida por los bancos que figuran por un valor muy inferior al de mercado.


¿Oportunidad perdida?
La posibilidad de crear un banco malo en España lleva tiempo sobre la mesa como conclusión de una propuesta hace dos años por muchos expertos, aunque fue rechazada tanto por el Banco de España como por el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero.

En el año 2009 el gobierno alemán aprobó un banco malo que aunaba 200.000 millones de activos tóxicos. España no quiso seguir el ejemplo. Eran los tiempos que el sistema financiero español era un espejo en el cual se deberían mirar todas las naciones.

Recientemente, varias entidades financieras españolas han vuelto a impulsar la figura del banco malo y así se lo han trasladado al Banco de España, al Ejecutivo e incluso al partido de la oposición.

La fórmula consistiría en crear una institución, que sería de titularidad pública, cuya misión consistiría en “almacenar” los inmuebles, promociones, suelo y demás activos inmobiliarios en manos de la banca y que serían adquiridos a través del FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria), y del Instituto de Crédito Oficial (ICO). Se les aplicaría los precios de mercado, para ser posteriormente vendidos por el Estado y recuperar así la inversión, de la mejor manera posible.

Dada la proximidad de las  elecciones generales, el sector bancario tiene previsto realizar una petición oficial tras el 20 de noviembre. En este sentido, el Partido Popular, lleva en su programa electoral reestructurar el sistema financiero, incluyendo la creación de un banco malo público. La experiencia de Bankia es un buen exponente de esta iniciativa.
Pero no todo resulta tan sencillo ni fácil, por lo que surgen cuestiones como: ¿Es posible fijar los precios de forma razonable en un mercado tan estrecho como es hoy el inmobiliario? ¿Podría una medida de este calado restaurar la confianza en el sistema financiero español? ¿Cómo lograr que los bancos compartan el resultado de la creación del banco malo para que no se desentiendan totalmente de sus errores de gestión? O yendo más allá, ¿qué tipo de medidas se pueden establecer para que no se repita esta situación?

Otro argumento de peso para retrasar u obviar la creación de un banco malo es que, con la tensa situación social actual, una decisión de tal calibre exigiría una explicación clara y detallada a los contribuyentes, pero, nuestros políticos no son muy duchos en explicar los costes, fuentes de financiación y consecuencias que se puedan derivar, cuando se trata de decisiones del calado como las que nos ocupa.
Una última reflexión: De haberse creado dos años antes un banco malo, como hizo Alemania, con toda seguridad, las consecuencias de las recientes normativas de la UE en materia de "salvación del sistema financiero", hubiera quedado circunscrita al banco malo y su saneamiento resultaría mucho más fácil y controlable y, por supuesto, menos oneroso para España.