Este es el caso de un aspirante que,
atendiendo a los consejos de diversos entes y organizaciones, que no se cansan
de proclamar que para solucionar el desempleo, lo mejor es poner en marcha un
negocio propio. Nuestro personaje se impresionó con ese mensaje y decidió poner
en marcha su propio negocio.
Tras constituir la sociedad, gastando en ello
el dinero de que disponía más el que le prestaron amigos y familiares inició la
consabida procesión por varias entidades financieras, en busca de la
imprescindible liquidez para financiar inversiones y circulante. Las seis entidades financieras consultadas
coincidieron en que consideraban el proyecto muy oportuno y útil, pero le
exigían garantías reales o personales.
Cansado de las reiteradas negativas
bancarias, alguien le sugirió que consultara a algunas sociedades de capital
riesgo y Business Angels. Tras contactar con varias de ellas, todas ratificaron
la bondad del proyecto, pero declinaron la posibilidad de financiarlo alegando
que no invertían en nuevos proyectos, dado que no contemplaban la modalidad de
capital semilla. Una prueba exhaustiva de ayuda a los emprendedores.