dimecres, 11 de juliol del 2012

Víctimas de su torpeza. Eliseu Santandreu en Expansión el 10 de julio.

Una empresa líder en su sector y varias décadas de existencia,  empezó a detectar un fuerte deterioramiento en sus resultados al inicio de la crisis, que posteriormente aún se agravaría mucho más. 


Con sus recursos financieros tuvo que reestructurarse asumiendo un alto coste. Renunció a un proyecto internacional que le hubiera supuesto un crecimiento espectacular. Vendió activos no estratégicos que mermó su solvencia. Como era proveedora de varias Administraciones, la morosidad que éstas le supuso le obligó a aplazar pagos a sus proveedores. El nivel de endeudamiento, hasta entonces un aspecto testimonial por su política de autofinanciación, se disparó hasta una situación insostenible.

En solo tres años, sus habituales buenos resultados se tiñeron de rojo. Traicionando la política de la empresa de no endeudarse externamente, decidió solicitar líneas de crédito para el circulante y un préstamo a largo plazo. Para ello, eligió una entidad que entonces era una Caja de Ahorros, caracterizada por ofrecer préstamos a promotores, constructores y préstamos hipotecarios sin exigir demasiados requisitos.


Tras aportar más información que ante una inspección fiscal, así como una exhaustiva relación de bienes que pudieran servir de garantía, el  director de la oficina de la Caja les aseguró que no habría ningún problema, por lo que podía contar con la petición. Al cabo de pocos días, un nuevo director que había sustituido al primero, comunicó a la peticionaria que los sesudos responsables del departamento de riesgo habían denegado el préstamo por considerar inviable el proyecto, sin más explicaciones. Actualmente, la empresa está negociando la entrada de un posible socio, con el firme deseo de continuidad.

En cuanto a la arrogante entidad, le cabe el dudoso honor de figurar en la lista de las entidades nacionalizadas por conceder préstamos directamente a amiguetes y Consejeros, - sin pasar por el departamento de riesgo- que resultaron morosos. Ahora es esa entidad la que deberá rendir cuentas de su funesta gestión, sin descartar que exijan responsabilidades a los gestores que la esquilmaron, enriqueciéndose ellos. Lo más indignante es que su incompetencia condujo a la propia desaparición y a la de muchas pymes y autónomos.