dilluns, 21 de maig del 2012

¿Salvarlos o que se hundan? D'Eliseu Santandreu. Diari El Punt-Avui dia 19-5

Debido al actual grado de enardecimiento, una gran parte de la población cree, inocentemente, que dejar que se hunda una entidad financiera, sería el mejor castigo a infligir a sus responsables. Se imagina al banquero que ha conducido a la entidad a la debacle, con chistera, leontina y un gran habano, completamente arruinado, en la cola del INEM, o pidiendo limosna en la calle. Nada más lejos de la realidad. Nunca se ha visto una estampa semejante. Se comportan como los malos capitanes de barco que saltan del barco antes de que éste se hunda.


Actualmente, el dilema recurrente cuando un banco es inviable es: a) ¿debe reflotarse para retornarlo a la rentabilidad? o, b) es preferible dejarlo a su suerte y que caiga por si solo. Dado que la primera opción es la que se han adoptado, nos centraremos en la opción b).

Depósitos

Ante el anuncio formal de dejar caer a un banco y, aunque se pretendiera dar tranquilidad y confianza, no se podría evitar que los impositores retiraran todo su dinero del banco afectado para meterlo bajo el colchón o expatriarlo a Alemania, por ejemplo. Paralelamente se produciría un efecto mimético que afectaría a otras entidades, incluso más rentables y capitalizadas provocando un tsunami en el sistema.

Accionistas

En toda quiebra comercial los accionistas suelen perder su inversión. Técnicamente es lógico. No obstante, en el caso de la Banca cabe una importante matización. Los grandes accionistas, aquellos que poseen paquetes significativos, los inversores institucionales, los fondos de inversión y pensiones, no esperan a los acontecimientos. Sus brokers, sus contactos de altísimo nivel y su privilegiada información les alertan cuándo deben vender sus acciones. En cambio, los realmente afectados son los cientos de miles de pequeños inversores, -en el caso de Bankia, 400.000- que adquirieron, con sus ahorros, acciones de la propia entidad por la presión del director de su sucursal, prometiéndoles que se trataba de una inversión altamente rentable y liquida, naturalmente, para la propia entidad.


Fondo de Garantía de depósitos

Aunque, por Ley, las cuentas bancarias están garantizadas por el Fondo de Garantía de Depósitos hasta el límite de 100.000 euros, surgen dos preguntas: ¿Que sucedería con aquellos otros productos no garantizados por el fondo, como bonos, pagarés o acciones de la propia entidad, que cuando el ahorrador los suscribió, desconocía esa peculiaridad? De nuevo el pequeño ahorrador sería el único perjudicado.

Especulación

Las informaciones contradictorias, los despropósitos, los embustes, la ausencia de decisiones y la dejación de responsabilidades en economía, es siempre un terreno idóneo para los especuladores. Un simple ejemplo: un fondo internacional que el día antes de la nacionalización de Bankia hubiera adquirido 2.000.000 de acciones del BBVA que cotizaba a 5,01 euros y las hubiera vendido, tras el anuncio de su nacionalización a 5,33 euros hubiera obtenido un beneficio de 640.000 euros, equivalentes al 6,4% sobre su inversión ¡en dos días!, equivalente al 959,4% anual. Esta voraz especulación se seguirá produciendo mientras dure el pandemonium, con la aquiescencia y satisfacción de los especuladores, expertos en este tipo de operaciones.

Ambición y razones políticas

Desde que se inició la actual crisis, se han ido conociendo los abusos cometidos por muchos gestores y altos directivos sobre su retribución y prebendas. Conscientes de que en poco tiempo se acabarían los abusos, se adjudicaron monstruosos sueldos, sustanciosos bonos aún sin alcanzar el objetivo y astronómicas cantidades en concepto de despido y de jubilación, amén de la retribución por ocupar sillones en Consejos de Administración vinculadas con empresas participadas, así como la acumulación de influencia y poder a título personal, que siempre les resultará de utilidad cuando dejen o les echen del banco. Sin embargo, dejar caer a un banco, equivaldría a exigir a los causantes explicaciones incluso a nivel penal, con las consecuencias que supondría salpicar a quien no conviene.

Cuando los ciudadanos y el entorno económico comprueben que los abusos que se han estado produciendo en los últimos años se corten de raíz y con energía. Que los responsables sean llamados al orden. Que un directivo de banca no cobre más de diez veces el sueldo de un empleado cualificado de su entidad, en lugar de la vergonzosa equivalencia actual de decenas de veces. Que las entidades financieras se dediquen al negocio bancario y no al especulativo. Que se traten los créditos otorgados a los partidos políticos como a los de un cliente más, ejecutando sus bienes cuando no los devuelvan…

Será entonces cuando se empiece a creer que la banca está para servir a la ciudadanía y no para abusar de ella. Mientras no se produzcan esos cambios se seguirá considerando al sector bancario como un colectivo que esquilma a la población y abusa de la necesidad que ésta tiene de acudir a ellos. 


El año 2007, el Gobierno británico nacionalizó el Northern inyectando 34.000 millones de euros, el Royal Bank y el Lloyds Banking inyectando otros 82.000 euros, para crear en el 2009 un banco en el que acumular los activos tóxicos. En 2011 Francia, Bélgica y Luxemburgo acordaron la nacionalización de Dexia y la reacción de un banco malo para depositar 80.000 millones en activos tóxicos. En el año 2008 Holanda, Bélgica y Luxemburgo inyectaron 11.200 millones de euros de fondos públicos en Fortis, tomando el 49% de su capital. En esos ejemplos se puede observar una coincidencia, las decisiones se tomaron hace tres o cuatro años. En cambio en España, aún se sigue discutiendo si son galgos o podencos porque ciertos grupos de presión políticos y económicos siguen obteniendo pingues beneficios para sus componentes mientras dure el actual panorama de confusión.