Los motivos que han obligado a reestructurar
el sector bancario, han sido, entre otros: Los escándalos de las subprime y Lehman Brothers; las exigencias de los sucesivos tratados de
Basilea; el meteórico proceso de fusión de las Cajas de Ahorro; el cierre de
los mercados internacionales de capitales y del crédito; la morosidad generada
por los excesos inmobiliarios; el coste de las guerras del pasivo; la propia
crisis y los escándalos que han aflorado, todo lo cual ha conducido a tomar medidas
de tal alcance que el sector quedará circunscrito a ocho o nuevo grupos.
La transformación del sector bancario, supondrá
entrar en una nueva época en la que las relaciones banca-empresa-particulares
cambiarán sustancialmente. El escarmiento y desconfianza generados por todo lo
sucedido exigen nuevas y contundentes actuaciones entre las que destacan: a) mayor
profesionalidad, b) mayor rigor, c) más ética y, d) erradicación de que las
entidades financieras se crean a si mismas como el ombligo del mundo y que su
papel se circunscribe exclusivamente a conseguir mayores beneficios año tras
año, a cualquier precio.