Aunque era una muerte
anunciada, la sonada desaparición de la Nueva Rumasa ha supuesto un fuerte impacto
en la sociedad española, sobre todo para sus trabajadores, proveedores, bancos
e inversores que adquirieron pagarés “garantizados” con una rentabilidad que
quintuplicaba la del mejor activo financiero de aquella época.
Tras varios meses de negociaciones, Nueva Rumasa encontró un comprador que se
haría cargo del holding. El supuesto “salvador” era Ángel Cabo y,
la operación se realizaría a través de una de sus empresa –una sociedad
limitada denominada Back in Business. Ese mismo reflotador, compró hace un año
al ex presidente de la CEOE, Gerardo Díaz la red de agencias de turismo Viajes
Marsans. Un mes después de esa adquisición presentó un ERE para despedir a 1.000
trabajadores. Posteriormente, Marsans fue liquidada dejando pendientes de
liquidar 424 millones de euros que debía a sus acreedores.
Todo se fue al garete cuando salió a la luz que la
situación del que había de salvar Rumasa era sumamente delicada. Tanto la Seguridad Social como la
Agencia Tributaria, tienen embargadas varias de sus empresas. Las intenciones
de los Ruiz Mateos no eran tan limpias y éticas como proclamaban sus dueños ya
que el objetivo era “endosar el marrón” al experto en operaciones poco claras y
quitarse de encima el problema que los Ruiz Mateos habían creado.