En muchos círculos euroescépticos y en opinión de algunos altos dignatarios políticos se ha planteado la posibilidad sobre si algunos países de la zona Euro deberían ser expulsados temporalmente o, invitarlos para que lo hicieran por propia voluntad. Algunas de esas opiniones se basan en que durante esas “vacaciones” pudieran devaluar su moneda y recuperar el nivel de competitividad.
En el supuesto caso de que España optara por abandonar la moneda única, al margen de los costes operativos que supondrían el cambio, restituir los nuevos billetes de peseta, establecer una política monetaria, revisión de impuestos, actualización de salarios y el coste de la pedagogía para entender los efectos de la nueva paridad, se habrían de tener en cuenta los siguientes aspectos, sin exclusión de otros:
DEVALUACIÓN. Nuestros productos y servicios resultarían más baratos para los mercados extranjeros, por lo que la balanza comercial resultaría menos deficitaria. Los turistas vendrían a España porque todo lo encontrarían más barato. En la otra cara de moneda las empresas deberían pagar más por los productos que importaran porque la peseta estaría mucho más debilitada que las suyas, sobre todo el euro y el dólar. A los españoles les resultaría mucho más caro salir de viaje al extranjero
RIESGO. La peseta supondría, para los mercados internacionales un mayor riesgo que actualmente. La deuda del Estado se tendría que remunerar a intereses muy superiores a los actuales. Las empresas de calificación de riesgo castigarían más la ya precaria calificación española. Todo ello conduciría a disparar el déficit del Estado.
COSTE DEL DINERO. Nadie querría prestar dinero a los bancos españoles- por los menos en los primeros tiempos- Tampoco lo harían entre ellos por falta de liquidez por lo cual los tipos para captar depósitos doblarían sobradamente a los actuales. ¿Quién proporcionaría liquidez a las entidades bancarias españolas? Obviamente, el Banco Central no.
INFLACIÓN Como el petróleo se paga en dólares, con una peseta devaluada la factura del combustible y, por consecuencia del transporte se dispararía entrando en la espiral, incremento de la inflación, fuertes incrementos salariales, más inflación, incremento de los tipos de interés y una nueva devaluación para volver a comenzar de nuevo.
CAMBIAR PESETAS POR EUROS. Los ahorradores querrían cambiar pesetas por euros, como moneda fuerte. Cada vez les darían menos euros por la propia devaluación de la peseta. El Gobierno tomaría medidas para evitar la quiebra limitando la cantidad de dinero a cambiar mensualmente en los bancos. Se dispararía la especulación y la deuda pública se duplicaría, llegando a al escenario que en su momento llegó Argentina con su famoso “corralito”.
Sin duda alguna, el coste del abandono del euro sería tan grande que parece imposible siquiera plantearlo. Por el momento es preferible y urgente “limpiar la casa” sin pensar en lucubraciones por el momento innecesarias.
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