dijous, 18 d’abril del 2013

La importancia de las empresas familiares. Eliseu Santandreu en Diari Sabadell el 9-4


En un mundo preocupado por los resultados empresariales a corto plazo, las empresas familiares (EEFF) basan sus políticas en una visión a largo plazo. Por su propia naturaleza, este tipo de empresas adoptan un enfoque basado en el patrimonio, garantizando la alineación de los intereses de la empresa con los de sus accionistas o propietarios. Esta concordancia permite plantear inversiones a largo plazo aunque ocasionalmente pueda causar un impacto negativo en los resultados a corto plazo, lo cual es posible gracias a la estabilidad del accionariado y del equipo directivo. Esta orientación al futuro también permite desarrollar una marca fuerte, clave del éxito futuro.

Descartando las sociedades financieras, que no suelen estar en manos de familias, el superávit de las EEFF ha supuesto el 50% en los últimos diez años. Un análisis realizado recientemente en Europa sobre las mismas, pone de manifiesto que el superávit de rentabilidad persiste, sin diferencias significativas en función del tamaño de la empresa
Otra característica interesante de este tipo de empresas reside en la mayor solidez de su balance. Su visión es muy distinta a la del accionista externo, cuyo único objetivo consiste en maximizar sus beneficios. Por esa razón las EEFF suelen ser reacias a dar entrada en a accionistas o inversores externos. Los propietarios se sienten muy celosos de su empresa y no quieren que nadie conozca sus interioridades.


En cambio, uno de sus riesgos más destacables consiste en la  dependencia de la empresa con respecto a su fundador. Resulta habitual que una empresa floreciente no sobreviva a la desaparición de su fundador, por lo que resulta fundamental realizar una planificación adecuada de la sucesión. De ahí, la importancia de que las EEFF deban disponer de un protocolo adaptado a sus circunstancias y particularidades, a fin de tener planificado de antemano su futuro cuando los fundadores decidan dejar su sitio a nuevas generaciones, mueran o decidan retirarse “de verdad”.

Otro riesgo muy ligado al anterior consiste en el poder absoluto que radica en la persona del fundador el cual concentra todos los poderes y gran parte de  los conocimientos específicos, así como la impronta que su personalidad ha supuesto en cuanto al grado de ética profesional y personal respecto a las relaciones con bancos, proveedores, clientes, etc. Lo que en términos competitivos se podría denominar “dejar el listón muy alto para los que le seguirán”. 

Sin embargo, la posesión de ese poder absoluto le puede conducir a sobrevalorar sus propias capacidades, y tomar decisiones demasiado agresivas pudiendo conducir a la empresa a la ruina, simplemente porque nadie se lo puede arrebatar. Un accionista avezado que desee invertir en una empresa de carácter familiar le resultará de mucha utilidad prestar atención al gobierno empresarial.

Aunque la concentración del poder de la propiedad y de la gestión en las mismas manos puede desembocar en una gestión agresiva, esas empresas son las que mejores resultados cosechan. En algunos casos la empresa puede encontrarse en la misma situación que un gobierno dictatorial dado que el poder de decisión radica en una única persona que es quien mejor conoce su producto y su mercado, pero gobierno sola, con los riesgos que ello implica.

Por último, una característica muy ligada a las EEFF, sobre todo a lo que hace referencia a sus fundadores o máximos representantes consiste en el uso de la intuición, que consiste en el conocimiento que no sigue un camino racional para su construcción y formulación y, por consiguiente, no puede explicarse ni verbalizarse.

La importancia de la intuición se puede resumir en una cita atribuida a Henry Ford en la cual afirmaba: "Si hubiera preguntado a mis clientes qué querían antes de fabricar mi coche, me habrían contestado 'caballos más rápidos'".