El diccionario define el
término involución como aquel proceso de detención o regresión de los hechos
sociales, políticos y económicos. Una de las consecuencias que dejará la actual
crisis será la involución, lo cual nos obligará a desempolvar muchos usos, costumbres,
hábitos y prácticas que regían en la década de los años 60 del siglo pasado,
antes de producirse el milagro español. Esas nuevas costumbres no serán
coyunturales. Habremos de acostumbrarnos a ellas porque nunca más viviremos
como lo hicimos antes del 2008.
Deberemos consumir menos
electricidad que cuando la despilfarrábamos. Haciendo un parangón con la forma
de vida de la época citada, habremos de acostumbrarnos a inutilizar uno o dos
de los cuatro o cinco televisores que suelen haber en toda vivienda, adquiridos
durante la euforia económica. Para ahorrar en calefacción, además de las mantas
correspondientes nos habremos de cubrir en la cama, añadiendo ropa de calle
Con independencia de los
períodos de sequía, el consumo doméstico de agua deberá restringirse al máximo
dado que el precio del metro cúbico será más caro que un menú de lujo. En las
fuentes públicas deberá manar agua potable para que la gente pueda llenar cubos
y botijos para uso. La ducha diaria deberá eliminarse para hacerlo cada tres
días. Quizás sería un buen momento para que las autoridades se plantearan
reabrir los baños públicos.
En lugar de poseer un
“mono volumen” y otro o más coches, se deberá prescindir de algunos de ellos
porque el enorme coste del combustible los hará inviables
Otra alternativa para
ahorrar consistiría en el aprovechamiento de la ropa de los hijos mayores por
los pequeños, cosiendo rodilleras y coderas.
Si bien se seguirán
usando Ipad, Iphone u otras tablets será prohibitivo cambiarlos cada mes, aunque los fabricantes
lo aconsejen, por haber quedado aquellos obsoletos.
Aunque pueda parecer un
anacronismo, deberíamos acostumbrar a calcular la equivalencia de euros a
pesetas a fin de establecer ciertas referencias. Por ejemplo, un sueldo de dos
millones de euros al año que percibe cualquier alto directivo equivale a 332.000.000
pesetas. ¿Quién recuerda o puede o afirmar que los altos directivos cobraban esas
fabulosas cifras antes de la entrada del Euro?
El dilema que depara el
futuro consiste en saber cuánto tiempo durará la involución, hasta que un nuevo
escenario económico permita recuperar parte de lo perdido ya que todo, es
imposible, rogando para que no se produzca mediante burbujas o abusos de otros
que cometerán las mismas felonías de las que quedan inmunes. Son los que no
conocen la involución, es más, se benefician de ella.
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