dimarts, 5 de febrer del 2013

Involución. Eliseu Santandreu en Expansión el 21 de enero.


El diccionario define el término involución como aquel proceso de detención o regresión de los hechos sociales, políticos y económicos. Una de las consecuencias que dejará la actual crisis será la involución, lo cual nos obligará a desempolvar muchos usos, costumbres, hábitos y prácticas que regían en la década de los años 60 del siglo pasado, antes de producirse el milagro español. Esas nuevas costumbres no serán coyunturales. Habremos de acostumbrarnos a ellas porque nunca más viviremos como lo hicimos antes del 2008.

Deberemos consumir menos electricidad que cuando la despilfarrábamos. Haciendo un parangón con la forma de vida de la época citada, habremos de acostumbrarnos a inutilizar uno o dos de los cuatro o cinco televisores que suelen haber en toda vivienda, adquiridos durante la euforia económica. Para ahorrar en calefacción, además de las mantas correspondientes nos habremos de cubrir en la cama, añadiendo ropa de calle

Con independencia de los períodos de sequía, el consumo doméstico de agua deberá restringirse al máximo dado que el precio del metro cúbico será más caro que un menú de lujo. En las fuentes públicas deberá manar agua potable para que la gente pueda llenar cubos y botijos para uso. La ducha diaria deberá eliminarse para hacerlo cada tres días. Quizás sería un buen momento para que las autoridades se plantearan reabrir los baños públicos.

En lugar de poseer un “mono volumen” y otro o más coches, se deberá prescindir de algunos de ellos porque el enorme coste del combustible los hará inviables  

Otra alternativa para ahorrar consistiría en el aprovechamiento de la ropa de los hijos mayores por los pequeños, cosiendo rodilleras y coderas.

Si bien se seguirán usando Ipad, Iphone u otras tablets  será prohibitivo cambiarlos cada mes, aunque los fabricantes lo aconsejen, por haber quedado aquellos obsoletos.

Aunque pueda parecer un anacronismo, deberíamos acostumbrar a calcular la equivalencia de euros a pesetas a fin de establecer ciertas referencias. Por ejemplo, un sueldo de dos millones de euros al año que percibe cualquier alto directivo equivale a 332.000.000 pesetas. ¿Quién recuerda o puede o afirmar que los altos directivos cobraban esas fabulosas cifras antes de la entrada del Euro?  

El dilema que depara el futuro consiste en saber cuánto tiempo durará la involución, hasta que un nuevo escenario económico permita recuperar parte de lo perdido ya que todo, es imposible, rogando para que no se produzca mediante burbujas o abusos de otros que cometerán las mismas felonías de las que quedan inmunes. Son los que no conocen la involución, es más, se benefician de ella.