De un tiempo a esta parte, en todos los medios
de comunicación la figura del emprendedor ha adquirido tal relevancia, que se
diría que de ellos depende la solución de todos los problemas que nos acucian.
No resulta casual que en tiempos de crisis, sea cuando más se habla de
emprendedores. De ello, el tiempo ha dejado constancia. La explicación radica
en que la falta de trabajo por cuenta ajena, impulsa la búsqueda del propio puesto
de trabajo, aunque no siempre esa necesidad coincida con el concepto de
emprendedor.
En lugar de predicar machaconamente sobre las
cualidades que deben adornar a un emprendedor, que, con frecuencia son la
trastienda de una amplia oferta de cursillos, seminarios, etc, donde se resaltan
como modelo de emprendedores, Inditex, Mango, Mercadona, Google, etc. como si
ese fuera el objetivo pretendido, sería preferible y útil establecer líneas de
financiación, asesoramiento por expertos que hayan montado su propio negocio y
no por teóricos que se limitan a exponer casos y experiencias ajenas.
Aunque un emprendedor
puede fracasar, entre otras razones, por: a) marketing deficiente; b) ignorar
clientes potenciales y a la competencia; c) desconocer los mercados en que
opera; d) errar en el producto o, e) falta de planificación, está sobradamente
comprobado que el fracaso más frecuente, –algunas fuentes lo cifran entre el
80%-90%- obedece a la falta de recursos financieros.
Las medios y fuentes de financiación más
idóneos para proyectos de los emprendedores son más testimoniales que efectivas.
A las Sociedades de Capital Riesgo, Business
Angels, Startups o Sociedades de
Garantías Recíprocas, les interesa más, proyectos ya creados y en desarrollo
que invertir en capital semilla o inicial. Por último, los bancos, fuente
tradicional para financiar este tipo de proyectos bien directamente o como
intermediarios de recursos públicos, prefieren tratarlos como simples préstamos
al consumo y con una amplia cobertura de garantías colaterales, con preferencia
a la viabilidad del proyecto.
En un país tan acostumbrado a crear
estadísticas, a quienes corresponda se les podría ocurrir crear una más donde
figurara el número de proyectos iniciados y los rechazados, amén de y los
motivos que han inducido a los mismos al éxito y fracaso. De esta forma se
conocería lo que realmente sucede en el mundo de los emprendedores. También se
constataría que la falta de financiación es el motivo principal de que muchos
buenos proyectos no se puedan llevar a cabo, a pesar de la ilusión y
creatividad de sus promotores.
Hace unos tres años un alto preboste de la
política del momento, afirmó sin recato: Si surgiera un millón de emprendedores
y éstos contrataran dos empleados cada uno, se acabaría el paro. Ese visionario
sigue en la política activa y con alto rango.
No se pueden llevar a cabo políticas efectivas
en este ámbito tan importante de la economía con visiones tan limitadas y
miopes como la de ese responsable. Así estamos donde estamos.
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