En el ámbito bursátil, es muy utilizado un ratio denominado PER ( Price earning ratio) para analizar el comportamiento de un título que cotiza en Bolsa con respecto a otros valores cotizados del mismo sector, a cualquier nivel, nacional e internacional y, además, ver si está “caro o barato” en función de su resultado.
El PER se obtiene por la relación entre el valor en Bolsa de una acción y los beneficios correspondientes a la misma. Indica así el número de veces que su precio contiene el beneficio y, en consecuencia, el número de años necesarios para recuperar la inversión. Actualmente, El PER medio del Ibex es de 10,9 veces, frente a una media histórica situada en torno al 15 veces el precio más bajo de los últimos 30 años. Por lo tanto los expertos aseguran que la Bolsa española “está barata”.
Por otro lado, las generosas retribuciones en dividendos de las empresas del Ibex dan lugar a una variante del PER, relacionando el valor de cotización con el dividendo abonado a ese título. A estos efectos se consideran los dividendos percibidos en los doce meses anteriores con relación al precio de cotización. A título de ejemplo, la rentabilidad de una acción en concepto de dividendos de los últimos 12 meses de Telefónica ha sido del 8,45%, y la del BME del 9,42%. Lo cual equivale a considerar la recuperación de la inversión en 11,83 años en el caso de Telefónica y de 10,6 años en el de BME. Esos períodos de recuperación son solo en concepto de dividendos ya que los títulos siguen en poder del inversor a todos los efectos.
Dentro de pocos meses, cotizará en Bolsa Loterías y Apuestas del Estado (LAE) y su característica, a la vista de lo que se sabe por el momento es que destinará a dividendos hasta el 80% de sus beneficios aunque, lo más significativo es que los abonará mensualmente, con lo cual, en términos de rentabilidad, el PER/ dividendos será superior que si los pagos fueran trimestral o semestralmente como es habitual, lo cual ratifica la tendencia comentada.
Pero esas políticas conllevan un aviso a las empresas que opten por retribuir al accionista con generosos dividendos ya que deben éstas deben asegurarse de cumplir ese propósito por lo que su nivel de gestión, decisiones y estrategias deben ser muy rigurosas. De no ser así deberá rectificar esa política con la consiguiente reacción negativa del inversor o, en caso de mantenerla será en perjuicio de sus autofinanciación y por consiguiente sus propios recursos financieros. Otro aspecto destacable es que la mayoría de directivos de empresas que aplican esa política poseen paquetes de acciones por lo que esas políticas también les beneficia.
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