Ante
una acusación socavada u oficial de que su partido ha manejado dinero negro, los
portavoces del partido sospechoso se presentan ante la opinión pública, tras un
atril y rodeado de fieles de su partido luciendo una amplia sonrisa y asintiendo
con la cabeza cuando su jefe afirma “NUESTRAS CUENTAS ESTÁN DEBIDAMENTE AUDITADAS”
pudiendo referirse a una auditoria convencional o a un organismo oficial que
audita las cuentas con años de retraso, detalle que para ellos no parece
importante.
Lo
que resulta destacable es el convencimiento del adalid –por desprecio o por
ignorancia- de que los ciudadanos desconocen que lo único que se audita es la
conocida como “Contabilidad oficial” o “Contabilidad A”, es decir, SÓLO aquella
en la cual figuran los ingresos y pagos que cumplen los requisitos contables y
fiscales obligados.
En
cambio, los movimientos de “Dinero negro” o “Contabilidad B” no figuran, por
definición, en esa contabilidad, debiendo tener mucho cuidado para no “ser
pillado” Asimismo, los ingresos procedentes de fuentes de dudosa legalidad
deben destinarse a gastos o inversiones inconfesables. Todo contable sabe eso,
por mediocre que sea.
Para
que la “Contabilidad B” no deje rastro y quede en el secreto se deben dar,
entre otras las siguientes circunstancias:
a) que su existencia sea conocida por la menor cantidad posible de personas
que, además, gocen de la plena confianza de la cúpula directiva.
b) que todos los movimientos de cobros y pagos se haga exclusivamente con
dinero efectivo, sin recibos ni intervención de bancos para evitar ser
detectados fácilmente.
c) que se huya de sofisticaciones contables y de aplicaciones informáticas.
Con un bloc de espiral es suficiente y, sobre todo a buen recaudo, solo
conocido por las personas de mayor confianza o responsabilidad.
d) que los movimientos de esa contabilidad no interfieran con los de la
Contabilidad A, en cuyo caso resultaría fácilmente detectable.
Por
consiguiente, el hecho de asegurar sin rubor que la Contabilidad de una
Organización ha sido auditada afirmando así que no existe ninguna
responsabilidad punitiva no exime de la existencia de una contabilidad “B”, por
lo que, en el mejor de los casos, esas declaraciones tan de actualidad, producen,
como mínimo, vergüenza ajena y anula toda credibilidad de quien las realizan.
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