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Lo más llamativo es que los rostros que aparecen en las fotos de
esas reuniones son siempre los mismos, un exquisito grupo limitado de presidentes de grandes empresas, pugnando por posar junto a la máxima
autoridad, ostentando una obscena alegría
que se reflejan en las sonrisas de su rostro.
Esos prebostes desconocen la realidad e inquietudes de la plantilla
de su/sus empresas. Leen lo que otros les escriben. Prefieren ignoran todo lo
que traspasa las paredes de sus lujosos despachos. No les preocupa la situación
financiera de su/sus empresas porque saben que pueden contar incondicionalmente
con los “empresarios banqueros” que también asisten a esos encuentros de élite.