dilluns, 24 de març del 2014

Empresarios: ¿Qué empresarios?. Eliseu Santandreu

Casi a diario solemos oír o leer frases como: “Los empresarios con el Rey” “Los empresarios dan apoyo a las medidas del Gobierno” “El empresariado afirma que España va bien” “Los empresarios aplauden al Príncipe”. Esas soflamas se producen ante las más altas instancias del aparato del Estado o del Gobierno, en el marco de suntuosos ágapes servidos por cocineros de moda.

Lo más llamativo es que los rostros que aparecen en las fotos de esas reuniones son siempre los mismos, un exquisito grupo limitado de presidentes de grandes empresas, pugnando por posar junto a la máxima autoridad, ostentando una  obscena alegría que se reflejan en las sonrisas de su rostro.

Esos prebostes desconocen la realidad e inquietudes de la plantilla de su/sus empresas. Leen lo que otros les escriben. Prefieren ignoran todo lo que traspasa las paredes de sus lujosos despachos. No les preocupa la situación financiera de su/sus empresas porque saben que pueden contar incondicionalmente con los “empresarios banqueros” que también asisten a esos encuentros de élite.


Cuando en su/sus empresa/as surgen problemas, estafas o engaños no tienen empacho en alegar que no sabían nada de lo que sucedía; que las decisiones las tomaban otros; que le ocultaban la realidad; acusando como culpable a quien fue su mano derecha. En cambio, sí conocían los millonarios sueldos y otras prebendas que se auto adjudicaban.

Sin embargo, ni en esos actos ni en las fotografías para la posteridad,  aparecen los empresarios de verdad. Están en su empresa, afrontando los numerosos problemas diarios que les afecta, a sabiendas de que cualquier complicación que pudiera surgir ningún fiscal les defenderá ni el Gobierno le indultará. Son muy conscientes de que nadie les echará una mano. Ni siquiera los presidentes de las Asociaciones Empresariales que afirman representarles y sí aparecen en las fotos aludidas.


No merecen el calificativo de empresario aquellos que ascienden al cargo de Presidente de importantes empresas cuyo único mérito consiste en tratarse de estómagos agradecidos o, agradecimiento a los favores que pudieron hacer cuando ejercían funciones políticas y se pasan al sector privado. No representan los intereses de nadie, salvo los de ellos mismos.